lunes, 29 de noviembre de 2010

PRÓLOGO

BIENVENIDOS A   CUENTO CON VOS…
    UN ESPACIO PARA CREAR



El lector establece con el libro una comunión sagrada. No obstante las  nuevas tecnologías requieren una apertura a otros medios de comunicación: las redes sociales.  La virtual es la que manejan, espontánea y naturalmente, nuestros autores. De allí que el certamen de la E.S.C.B.A. “Cuento con vos… un espacio para crear” que fuera creado en el año 2008, HOY se transforme en un blog interactivo, en el cual participarán no sólo los alumnos de las escuelas primarias y la E.S.C.B.A. en su totalidad sino también los padres, interesados en expresarse, ex alumnos, deseosos de compartir su interior,  escritores, amas de casa y todo aquel que sienta deseos de plasmar su sentir.
“Cuento con vos… un espacio para crear 3” no podía quedar atrás. El siglo XXI nos obliga a modernizarnos. Y apostamos a incentivar la lectura, crecer en vocabulario, vivir otras vidas, compartir historias.
El desafío está planteado. Internet será nuestra pantalla y los textos creados, el banquete a disfrutar.
Además proporcionaremos inquietudes, textos, frases motivadoras, actividades para crecer literariamente…
Contaremos con un célebre jurado que leerá previamente los cuentos publicados y hacia fin de año, los premiaremos.


La confección de este blog requiere horas de trabajo, sacrificio y el aporte solidario de muchas personas de allí que solicitamos respeto hacia los textos presentados. Recuerden que la escritura es un ejercicio que va mejorando con el hacer diario y constante

domingo, 28 de noviembre de 2010

La noche anterior










5:30 a.m., sonó el teléfono. Volví a casa luego de una agitada noche con ganas de tirarme a descansar.
Mi nombre es Diego García, me dedico a investigar crímenes, es mi trabajo, mi pasatiempo, el sentido de mi vida. Siempre lo consideré un hobbie, algo sencillo, hasta ese día.
Llamaron desde la comisaría informando sobre una rara muerte ocurrida en el barrio más adinerado de la cuidad.
Llegué a la escena del crimen, comencé a tomar las fotografías, muestras de sangre y demás peritajes como de costumbre en estos casos. Noté a la viuda llorando, pero no me detuve a interrogarla; algo me daba la sensación de que ella no había tenido nada que ver.
Llegué a mi casa y comencé a investigar. Ni huellas, ni pistas ni nada. Desde el comienzo intuí que se me iba a complicar pero no pensé que tanto.
Volví a casa de Silvia, la viuda y busqué alguna señal; la puerta había sido forzada antes del asesinato y había huellas de sangre, pero después de unos pocos pasos se perdían. Por mi experiencia sabía que la marca del zapato era de un hombre de contextura muy pequeña, parecido a mí, es más, usábamos la misma marca. No le presté atención, lo consideré un detalle menor.
Perdido en mi búsqueda me despertó la voz armoniosa de Silvia que me convidó con un rico té. Mientras conversábamos, me comentó que había escuchado cuando le habían disparado a su marido, pero que no pudo hacer nada. Su voz pasó de tranquila y armoniosa a muy exaltada y resentida. Me habló de ver salir huyendo a un hombre muy parecido a mí. Comencé a reír, la mujer parecía querer culparme por algo que yo no había hecho. Pero al mismo tiempo un sudor frío me congeló la nuca y recordé lo ocurrido antes de las 5:30.
Corrí a mi coche desesperado y encontré el arma homicida. Comprendí el porqué del sudor frío en mi nuca y por qué el caso me había parecido complicado desde el principio.

MAYRA VOTTERO

Sin salida









Mi cuarto no era mi cuarto, corrí al baño…Mi baño no era mi baño. Me miré en el espejo. Yo no era yo. La noche había dado paso a aquella terrible tragedia. No me reconocía, no lograba descifrar qué había pasado, me sentía desconcertada, en otro mundo, mi cabeza explotaba, mis ojos aterrados no paraban de derramar lágrimas. Lágrimas de dolor, de angustia. No entendía qué había pasado la noche anterior, dónde me encontraba, con quiénes habían tenido contacto en aquel bar. El único recuerdo que mi cabeza pudo rescatar de ese espantoso momento fue aquel en el que un cuerpo extraño me regresó al departamento, a los golpes, sin sentir ni un poco de piedad por esta mujer desesperada.
Hubiese preferido no recordar nada, hacer como si nunca hubiera pasado, como si esa noche y mi sufrimiento nunca hubiesen existido.
Desde esa noche no logro dormir tranquila, cada minuto que transcurre en mi reloj es un recuerdo más que me atormenta y no me deja continuar con mi vida.
Desde esa noche mi sufrimiento aumenta y mis ganas de vivir lentamente van muriendo.
Desde esa noche la agonía se va adueñando de mi cuerpo y una vez más siento la necesidad de escapar, hacia un nuevo comienzo.

 ANDREA STANTERO

Las apariencias engañan










El rancho de los Solos era, como decirlo, diferente al de los demás. En él vivían Raquel y Hugo con sus tres hijos Lucas, Rosa y Juan. Por supuesto no me olvidaría de mencionar a la abuela Cora. Era la familia más alegre y alocada del pueblo.
Yendo al centro a comprar lo que su madre le había pedido, Rosita se encontró con su hombre perfecto.
Él era culto, con clase, bien vestido, con dinero y un galán de pies a cabeza. Ella era una hermosa y humilde muchacha a la que por su falta de educación su lenguaje no la favorecía mucho, pero sólo con mirarlo bastó para saber que eran el uno para el otro.
Después de semanas decidió presentar a su novio con su familia. Todos estaban encantados con el nuevo integrante, alguien con dinero en el hogar los hacía sentir importantes. Pero al ver que esa clase social lo perjudicaba, decidió marcharse.
Rosa lo buscó por agua, cielo y tierra pero no encontró señales, no entendía el porqué después de tantas cosas vividas juntos, se había ido.
-Déjalo mi Rosita chiquita, que cuando vuelva lo desplumo como pavo, no paraba de repetir la abuela.
Pasaron años hasta que volvió a enamorarse, pero esta vez lo hizo bien, se casó con el carnicero, unos once años mayor, pero no le importó y a su familia tampoco, porque como decía  Cora:  “Mas vale feo y bueno que bello y perverso”.

CANDELA SALVATTO

Todo se puede alcanzar - Mención de Honor










18 de julio de 2004, mi vida transcurre muy lentamente dentro de estos pabellones, siempre lo misma vieja rutina: charlas aburridas con personas desconocidas durante horas, luego a las duchas, almuerzo, ejercicios de acostumbramientos, mas charlas, y al final de la noche mi lugar de descanso y reflexión.
27 de enero de 2000, qué contento estoy, me ascendieron en el trabajo, estoy en mi mejor momento laboral, por fin voy a poder comprarle a mi mujer ese televisor, Y los niños, qué contentos van a estar cuando puedan tener su computadora.
5 de febrero de 2000, algo anda mal ya no llega tanto trabajo a la oficina, pero a lo mejor es  así, a veces hay mucho que hacer, a veces no. Seguro todo va a mejorar.
2 de marzo de 2000, lo sospechaba, la empresa quebró, ya no tengo trabajo y me siento muy mal, me parece que se me derrumba el mundo, pienso en no poder satisfacer a mi familia.
12 de abril de 2000, estoy preocupando a mis seres queridos al estar postrado en mi cama sin saber qué hacer para conseguir dinero. Sandra, mi mujer, dijo que no me haga problema, que íbamos a salir adelante ¿Cómo creerle?, ¿Cómo saber lo que vendrá? No lo sé.
20 de abril de 2000, comencé a beber, no me gusta pero me hace olvidar los problemas, no sé si éste es el camino correcto pero hasta ahora es el único que encontré.
3 de mayo de 2000, quiero dejar el alcohol, no puedo estar las 24 horas. Con una botella de wisky en la mano. El problema es que gracias a él estoy en un mundo libre de todo.
24 de mayo de 2000, hoy le pegué a mi mujer al querer arrebatarme la bebida, y mis hijos vieron ese espectáculo del cual me siento avergonzado.
24 de junio de 2000, pasó un mes y la escena se volvió a  repetir cada día. Me convertí en una persona violenta y no puedo controlarlo, salgo por las noches y no sé qué es lo que hago, sólo se que me refugio en la bebida.
18 de julio de 2000,  llegaron 2 personas a mi casa, ambas vestidas de blanco, comenzaron a charlar e inesperadamente me inyectaron algo, desde ese momento mi cuerpo comenzó a desvanecerse y lo último que logré escuchar antes de dormirme fue la voz de mi mujer que me dijo: “es por tu bien, mi amor”.
20 de julio, ya desperté ¿Dónde estoy?, ¿Qué fue lo que pasó?
Mi cuarto no era mi cuarto…. Corrí al baño…., mi baño no era mi baño…. Me miré en el espejo…. Yo no era yo….No estaba acostumbrado a verme sobrio.
Necesitaba alcohol, comencé a buscar cosas, perfumes, alcohol etílico, mi cuerpo y mente me lo pedían. Nada, no había nada.
23 de agosto de 2000, vino alguien a visitarme es mi esposa y mis hijos. Les prometí que pronto estaríamos juntos nuevamente. Ellos, no pararan de llorar un segundo, me dijeron que lo lograría.
1 de diciembre de 2004, me comunicaron que estoy rehabilitado…. ¡Sí! Voy a poder reencontrarme con ellos, tanto esfuerzo aquí adentro valió la pena.
2 de diciembre de 2004, ya estoy fuera del centro de rehabilitación y con mi familia, como lo soñé, pero me siento aterrado, tengo miedo de volver a caer y no quiero.
18 de julio de 2005, hoy se cumplen 5 años que dejé el alcohol, gracias a mi mujer y mis dos hijos, sin ellos hubiese sido imposible. Las cosas mejoraron y sinceramente nunca pensé en que podía estar tan bien.
Aquí concluye mi historia y lo dejo expresado en estas hojas  para que cuando alguien piense que algo es imposible de alcanzar, pueda leerlas y salir adelante para así poder escribir su propia historia.

 BRUNO SAGGIORATTO

A pruebas, fuerzas extrañas










Trabajábamos juntos desde hacía años. Éramos historiadores y antropólogos. Investigábamos lugares exóticos, peligrosos, oscuros pero muy interesantes. Nos encantaba viajar por todo el mundo, conocer lugares. Observábamos y analizábamos tumbas, huesos que encontrábamos enterrados a kilómetros de profundidad. Era nuestro trabajo. Nos llevábamos muy bien.
Un buen día, mientras viajábamos hacia Egipto, Miguel me declaró su amor.
Yo respondí. Hacía bastante que me gustaba, pero no me animaba a dar el primer paso.
Ese mismo día, entramos en más pirámides egipcias. Eran asombrosas. Nos sentíamos muy imponentes frente a ellas. Por supuesto, no estábamos solos allí. Todo el equipo tratando de encontrar una respuesta a algo que nunca nos había cerrado. ¿Realmente existían fuerzas extrañas en ese Egipto tan misterioso?
No le temíamos a nada. Y más en ese momento. Parecíamos dos adolescentes enamorados, jugando a encontrar el tesoro. Nada nos interesaba más que estar juntos.
Mientras recorríamos el lugar, sentimos la presencia de alguien. Algo nos seguía todo el tiempo.
No le dimos demasiada importancia. Nos habíamos olvidado de todo.
En esos lugares, debíamos ser muy cuidadosos y silenciosos. Hicimos todo lo contrario.
Una voz se estaba adueñando de nuestros oídos. De un momento a otro, Miguel desapareció.
Nunca más lo vi. Lloré durante años. Era el amor de mi vida y se había ido así como nada, como una sombra que desaparece cuando el sol se va.
Hubo muchas investigaciones, su cuerpo nunca fue encontrado. Mi corazón y mi alma me dolían. Tenía muchas preguntas y ninguna respuesta.
Desde ese día odie mi trabajo. Maldije mi vocación y dije cosas horribles sobre ese lugar tan misterioso donde había desaparecido Miguel.
Pasaron varios años. Ya era una anciana, esa enfermedad tan malvada se había apoderado de mí. Sentí una sensación de cansancio y caí en un sueño profundo.
Aparecí dentro de la pirámide egipcia.
¡La hora del encuentro había llegado! Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes. Y yo junto con Miguel en uno de ellos, con la respuesta en nuestras manos.
Existían fuerzas extrañas, que ponían a prueba nuestros sentimientos, el poder de no poder olvidar al ser que amamos, la capacidad de seguir adelante a pesar de todo.
Nunca creímos en esas fuerzas sobrenaturales, pero llegué a la conclusión que dominan al mundo.
En la vida debemos pasar por diferentes situaciones y hay algo que no se ve, pero que se siente, que nos ayuda a seguir viviendo, con valentía, con objetivos y sueños.
En esta ocasión, por suerte, a través de este lugar, un ser todopoderoso, nos investigó. Se invirtieron los roles. Todo fue una utopía.
Agradezco que así haya sido, pero fue todo tan real.
Parecía que mi corazón y mi alma me seguían doliendo.

PAULA RAMAZZOTTI

Falsas verdades - Segundo Lugar


                                  








La decisión surgió tras un inocente comentario de Marco. Buscábamos un destino de vacaciones que no conociéramos. Él propuso embarcarnos en un crucero que recorriese playas paradisíacas. Primero lo descartamos pero día a día la propuesta fue tomando seriedad.
Así fue como el veinte de enero estábamos Marco, Benja y yo, abordando el trasatlántico. La primera impresión al ver ese mundo fue fantástica. Pero nunca imaginé hasta qué punto lo sería.
Fue la primera noche cuando la vi. Llevaba un vestido rojo hasta sus rodillas, con un escote levemente pronunciado; sus ojos, verde esmeralda, miraban al vacío y, sus labios carmín, dibujaban una sonrisa.
Repentinamente el resto quedó inmóvil, sólo ella parecía moverse con una inocencia provocativa que me cautivó. Pero había algo más, algo indescifrable. Necesitaba escucharla, sentir su respiración, vivir su silencio. Me dejé inundar por esa sensación cálida y embriagadora y la dejé llegar a cada rincón de mi cuerpo. Me acerqué. Conversamos durante eternidades, no recuerdo qué. Fuimos a su habitación, la mejor noche de mi vida.
El resto de mis días en ese barco le correspondieron, veía con menos frecuencia a mis amigos, quienes me miraban con compasión. Toda la gente parecía evitarme, pero no importaba, estaba con ella. Cada noche a su lado fueron únicas. Me tenía poseído, locamente enamorado.
Cuando llegó el día de despedirnos, no apareció. Me negué a desembarcar sin verla, pero tres hombres uniformados de blanco, me sujetaron y me llevaron.
La última vez que vi a Marco y Benja fue hace diecisiete años. Quisieron decirme que la mujer de la cual hablaba era irreal. Nunca hubo tal amor, que era sólo yo, hablando y entrando en la misma habitación desocupada.
Debo haber reaccionado violentamente porque desde ese día, estoy bajo cuatro paredes blancas; un chaleco sujeta fuertemente mi cuerpo y mi esquizofrenia.
Pero mi corazón sabe que ella existió. Y mi mente aún vive en ese barco,  con la muchacha de ojos color verde esmeralda y labios carmín que jamás volví a ver.

 FRANCO OLIVETO                                                                                           
                                              

¿El dolor hace justicia? - Tercer Lugar Compartido










Ellos tuvieron el poder por años. Me condené a vivir durante mucho tiempo bajo mi debilidad o tal vez en la inocencia de creer que con tan sólo un puño levantado lograrían que mis sueños estuviesen atados a sus patéticos pensamientos, haciéndolos casi insignificantes.
Pero mis deseos fueron más fuertes.
Siempre me sentí inferior e incapaz de imponer al menos una idea, creo que a eso lo impuso mi padre, pero de una manera no tan vulgar, a los golpes….
Mamá y yo éramos víctimas de su impotencia masculina, cuando él se transformaba, nos quedábamos esperando que su mano quedara marcada en nuestro cuerpo, sin hacer nada al respecto.
Cuando mi madre murió le prometí que mi historia iba a dar un giro inesperado cuando me casara con el hombre que creía perfecto, teniendo en cuenta que para mí eso era muy fácil de conseguir ya que mi felicidad a esta altura no era de mayor importancia.
Pero no, sólo hice repetitiva la triste realidad.
No iba a soportar repetir la anterior, no iba a nacer y morir bajo la misma situación. Pude librarme de aquel pasado frustrante, y no quería que mi presente se convirtiera en lo mismo de ayer.
Lo denuncié, pero en este país la justicia llega demasiado lento, al igual que tantas otras cosas.
Un día ella llegó….pero en mis propias manos, acompañada del sueño de ser feliz.

MACARENA PRONOTTI

La auténtica cara de la mentira










¡Pobre de mí!, toda la vida sufriendo como una loca. Sintiéndome vacía, insatisfecha…
Por culpa de él. ¡Sí, Gerardo te odio!
Todo empezó un día de mucho calor, más precisamente con mal humor, cansados de la cabeza hasta los pies.
Así me decía siempre. Obvio que para mí, era una tremenda exageración. Por que, lo único que hacía era envasar caramelos en unos contenedores plásticos, (ya que la máquina no lo hacía). Y luego acomodarlos de forma tal, para la repartición.
Ese día, yo me sentía mal…. Nunca un cariño. Nunca una charla de “esposos”,
de esas que se comentan qué pasó en el día, las novedades, las cosas que pagar.
Llegó y se recostó en el sillón color hueso, junto al aparador. Pretendiendo que yo le llevase las pantuflas o el diario, como los perros en las películas.
Justo cuando puse milanesas a freír, se cortó la luz. Corrí hasta el cajón del baño, a buscar las velas volví y dije:
Gerardo, préstame tu encendedor, nadie contestó.
¿Gerardo?, y comencé a buscarlo, tocando objetos con las manos….
No lo encontré, Salí afuera, no estaba. Corrí hasta la casa de Pocha, mi vecina. Toque la puerta, nadie atendió.
Volví dentro de la casa, comencé a llamarlo de nuevo y ¡ningún sonido!
Me asusté tanto que fui hacia la habitación y me recosté. Pasmada, inmóvil, paralizada.
Empecé a pensar…. ¿se habrá ido?, ¿se está escondiendo?, ¿se quedó dormido en el sillón y no me escuchó, cuando lo llamé?, ¿habrá ido a revisar la cajilla de la electricidad?
Al cabo de quince minutos., volvió la luz, más asustada que antes, me llegué hasta la cocina y lo vi. ¡Estaba ahí! ¡Tirado en el suelo! Muerto…
¿Nada más para aclarar?
No, eso es todo señor juez.
Silvia se levantó del sillón. El oficial la tomó de las manos y le colocó las esposas. La llevaron al calabozo, para que cumpla con sus “tantos” años de condena.
¿Por qué Silvia no contó la verdad?, ¿En realidad así fueron las cosas?, ¿Cómo murió?
Ya a un año de la muerte de Gerardo, Silvia declaró la verdad… Ella misma lo había matado. Justo cuando él se recostaba en el sillón, lo empujó contra el ventilador y arrojó sobre él un balde con agua, lo que le provocó el corto circuito, dejando sin luz la casa.
Ella es una persona muy “especial”, sólo necesitaba “un poco de cariño”, nada más...

VALERIA NOVO