domingo, 28 de noviembre de 2010

Los únicos adolescentes que no se reflejan - Primer Lugar











Viernes a la noche, 22:30, mis padres no estaban. Mamá trabajaba en la oficina mientras que papá había ido al supermercado a comprar los ingredientes para la cena.
Mientras papá volvía de hacer las compras, yo permanecía acostada en la sala viendo los canales más asombrosos: mis favoritos “Historia” y “Discovery Channel”. Casi dormida, veía el canal de History, programaban un nuevo capítulo de “Los místicos vampiros”. Quién sabe si son reales, por eso, llena de misterio e intriga, miraba detenida y fijamente la pantalla del televisor.
A las 24:30, mamá llegaba. Subió las escaleras, las luces estaban  apagadas, todos dormían y como toda mamá hace al llegar de trabajar, revisa las habitaciones, primero la de mi hermanita Madison, luego la de mi hermano mayor George y, por último, la mía. Obviamente yo no dormía en mi cama, sino que me había quedado dormida en la sala del piso de abajo con el televisor prendido. Mamá reclamaba:
_ ¡Mandy, Mandy!, despierta. ¿Qué haces que no estás durmiendo en tu cama? Ya deja de mirar esos programas hasta tan tarde, vas a tener pesadillas…
Ése fue el reclamo al enterarse de que yo, una niña de doce años miraba canales tan reales como la de los míticos vampiros.
Al amanecer mamá me pidió un momento a solas para hablarme y contarme sobre esos terroríficos programas. Comenzó: _cuando yo tenía tu edad, miraba esos canales que tanto te gustan y me pasó algo muy extraño. Como tú haces, Mandy, me quedaba viendo esos canales hasta muy tarde y por ello, a la noche, tenía pesadillas que me hacían sudar. Al despertar lloraba de miedo y me encerraba todo un día sin ver la luz del sol.
Una madrugada, caminaba hacia el baño y al mirarme al espejo me vi extraña, me sentí rara, era como si alguien estuviera presente y me observara constantemente. Despreocupada regresé a mi habitación y al entrar observé una misteriosa sombra. Al rato, cuando estaba por dormirme, dejé el velador encendido por si acaso me urgiera ir al baño. Me sentía mareada como si todo girara a mi alrededor, hasta que fuertes relámpagos y truenos hicieron que se cortase la luz. Asustada corrí hacia abajo en busca de velas que escondía mamá para emergencias. Al encender una miré hacia atrás, el reflejo de la luna que entraba por la ventana hacía una intensa luz, y ahí fue cuando observé a un simple adolescente: un extraño que gracias al reflejo de la luna vi su rostro. 
Tenía el rostro pálido, tan blanco como una hoja. De su boca le salían colmillos. La visión duró sólo un instante. Luego, quedó el recuerdo de sus asombrosos ojos violetas. Quedé mareada y vi muchos vampiros: me rodeaban, me miraban y al mismo tiempo sentía que moría.
_Por eso hija, no quiero que veas esos programas, no sé por qué los volvieron a dar. Así es, a mi edad estaban prohibidos.
_Pero como te digo, yo era muy desobediente, rompía las reglas tal como tú haces ahora.
_Bueno mamá, respondí… Está bien, los dejaré de ver, lo tomaré como si en este momento estuvieran prohibidos.
Al irme a dormir a mi habitación, encendí el velador, me sentía mal del estómago, caminé hacia el baño, me miré en el espejo, observé mi rostro. Marcas en mi cuello… 
                                                                                                                               PERLA GARCÍA