domingo, 28 de noviembre de 2010

Culpa compartida - Segundo Lugar Compartido











Era verano, un día de sol, perfecto para estar en la playa con su enamorado; tal como Verónica lo estaba haciendo. Disfrutaba mucho de la compañía de Diego. Era un hombre romántico, sensible, agradable… El marido perfecto.
Hacía ya tres años que estaban casados cuando comenzó a dudar de él. Siempre se quedaba en su oficina hasta tarde, era abogado y eso le demandaba mucho tiempo.
Pero las cosas no eran así de simples, él ya no volvía a cenar, estaba frío y distante…. Era como si su amor se hubiese apagado, pero ¿era posible? O… ¿acaso había encontrado otra dueña? Eso la tenía permanentemente triste y furiosa; era una mujer hermosa, de piernas largas y buena silueta. Pelo y ojos negros, que reflejaban su inteligencia. ¿Por qué la cambiaría por otra? Debía averiguarlo.
Un día como cualquier otro decidió terminar con aquella mentira, debía enfrentarlo. Ella lo amaba, pero no iba a permitir que la humillara y se burlara de su amor. Esa noche, cuando él llego a su casa tarde, después de cenar  y se mostró frío, ella lo atacó con reproches; los cuales él evadió con pretextos, excusas sin fundamentos…
Comenzaron a caer gotas, sería una noche de lluvia muy larga. Se oían los gritos de la mujer en toda la casa, pero no las respuestas de su esposo. El quiso ir a su dormitorio, pero ella lo retuvo, sin llegar a nada, finalmente se fueron adormir.
A la mañana siguiente, a modo de disculpa, le llevó el desayuno a la habitación y se fue a la oficina de Diego, revisó sus papeles, habló con sus amigos  y comprendió la realidad… sus demoras, su falta de apetito, todo era por el estrés al cual estaba sometido ya que en secreto planeaba una segunda luna de miel…
Allí fue cuando decidió volver urgente a su casa, pero era tarde, el veneno había hecho efecto, el cuerpo yacía en la cama… Sin aliento, y enloquecida, bebió el resto, poniéndole fin a su vida.
Tres días mas tarde, unos vecinos, asombrados por la falta de movimiento en el hogar, entraron por la fuerza, descubriendo al matrimonio sin vida.
La policía llegó en el acto y tras las declaraciones de los allegados, comprendieron que, atacada por los celos, había acabado con la vida de ambos.

LUCÍA LINGUA