domingo, 28 de noviembre de 2010

Familia completa










El bebé dormía en su cuarto. Era la primera semana que pasaba en la casa, sus padres estaban felices, las visitas no dejaban de frecuentar la habitación.
Yo era uno más y si se quiere uno menos, mi papel protagónico había perdido su importancia. Ayudaba quedándome en el jardín e ingresando lo menos posible a la casa, pero eso no era lo que yo deseaba, simplemente me conformaba con poder olerla, ese aroma de bebé que se colaba por mis narices.
Era la combinación perfecta de mi amo y su amada. Tenía las esperanzas de que pudiera, quizás cuando ella creciera, llevarla a pasear conmigo. Pero momentáneamente toda vuelta por el vecindario estaba suspendida.
Todo cambió esa mañana, cuando desde el jardín observé las llamas que provenían del cuarto de huésped, comencé a correr, sabía que mi amo estaba allí, pero ella y la pequeña sí. Debía ingresar de inmediato, sus vidas corrían peligro, sería egoísta de mi parte pensar en el vacío que ellos me hacían día  a día. Nunca tuve en mente ningún recuerdo, sólo quería entrar, pero una vez más mi ingreso no estaba permitido, era el perro que ensuciaba los pisos. Tenía muchos planes pero a decir verdad sólo un objetivo. La puerta trasera, no abría, mucho menos la principal. No entendía qué pasaba allí adentro. ¿Cómo ella no lo notaba? ¿Cómo no sentía el humo que subía por las escaleras? No encontraba respuestas, sólo sabía que tenía que actuar de inmediato o la casa se incendiaría por completo. En uno de los intentos me asomé por la ventana de la cocina y vi que el humo no provenía de la pieza, sino de la cocina, aún peor, llegaría más pronto a planta alta, donde ellas estaban.
No podía perder más tiempo, sabía que a pocas cuadras vivía el recién ingresado al cuartel de bomberos, un muchacho joven y valiente que seguro entendería el mensaje. Comencé a correr, me costó abandonar el lugar, no quería dejarlas solas.
Las cuadras se hicieron interminables mucho más por los intentos que hice para que el bombero comprendiera mi mensaje. Comencé jalando su ropa e intentando moverlo, como no daba resultado, logré saltar sobre él, dio media vuelta y de prisa tomó su bicicleta.
A unas cuadras ya se divisaba el humo, perdí todas las esperanzas, creí que ya era tarde ¿Cómo ningún vecino lo habría notado? Seguro Nadia había salido de su casa por el terror instalado gracias a tanta inseguridad.
Los minutos más interminables sin dudarlo fueron los que viví en el exterior de mi casa.
De pronto vi llegar el auto de mi amo. Creo que por la desesperación no logró divisar mi presencia en el lugar. Detrás de él,  los bomberos finalizaron la tarea. Luego del rescate mis amas se encontraban sanas y salvas, muy mareadas y
El incendio había sido causado por un escape de gas ocasionado en la cocina, por ello no habían podido alertar  el incendio, estaban desmayadas.
Hoy estoy aquí frente a una cámara siendo idolatrado por salvar a mi familia. Ya no soy el perro que vive afuera, la niña es mi mejor compañera, frecuentamos el jardín los cuatros unidos para así pasar un buen rato en familia. 

SOFÍA MAROTTA