¡No! ¿En qué estoy pensando? ¡Qué irracional! No; ¡eso sería obsesión! Me corrijo; ¿Por qué siento esto? No lo necesito para vivir. ¡Basta! ¿No ves lo que me pasa? Explícame el porqué; ¡Yo no quiero! Qué corazón sordo, ciego y mudo. Ya que no puedo controlarlo, voy a pensar en blanco. Cuando lo vea, se va a cortar la transmisión, desaparece, se esfuma, nunca estuvo ahí.
Pero ¿Qué estoy diciendo? Ni yo misma lo creo. Todo me lleva a su imagen, su mirada, su voz. ¡No! ¡Qué inocente inconsciente! Iba todo más que bien hasta que por una piedra, una tormenta, un despertar más tarde; el destino lo puso en mi camino. Y, como soy yo, le di importancia, el lugar, la razón de mi existir. ¡Es algo en contra de mi voluntad! No quiero esto, pero, es inevitable.
Cambio mis días, en mi cara dibujo una sonrisa, y, aunque llueva, el día es espléndido; hasta que inundaba mi casa, las calles, la ciudad y así seguiría con el país. Pero, después de esos terribles llantos, me sumerjo en una historia; me olvido del mundo; y soy feliz. Perfecta ilusa.
Sí, perfecta, irrevocada y loca ilusa. Sin embargo esa historia era mi sueño. No es la realidad. Tengo que enfrentarla. Siempre hay algo que me tira al suelo y prefiero quedarme ahí.
“Si te caes siete veces, levántate tres”.
Retomo el ritmo en mi camino.
GIULIANA BONIFACIO
