domingo, 28 de noviembre de 2010

La curiosidad mató al gato - Mención de Honor













Volvía de mis lindas y divertidas vacaciones de verano con mi familia.
A sólo unos minutos de llegar a nuestro querido pueblo, observé el paisaje y a la orilla de la ruta, vi a un hombre solo, caminando, vestido como un detective. Me pareció bastante extraño.
Luego de un rato, llegamos a nuestra casa, enseguida prendí la computadora y me conecté con mis amigas. Hablamos de todo un poco, hasta que Paula, mi mejor amiga, sacó un tema muy triste: El de una señorita que había  desaparecido. Profundizamos  el tema hasta que tuve una duda. Se trataba de ¿Cuántos años tiene esa “tal mujer desaparecida”? Paula supo responder, y su respuesta fue 15 años. ¡No era una mujer! ¡Es tan solo una adolescente! ¡Y la misma edad que yo! Quedé pensativa, hasta que decidí ir al parque a caminar y pensar en esa pobre muchacha.  Y surgieron varias preguntas, ¿quién es ese hombre? ¿Por qué vestía así? ¿Quién es la mujer desaparecida?
Decidí acercarme para hablar con él, pero cuando me acerqué, éste se paró y se fue. Lo seguí por atrás hasta que observé un poste que decía: “Niña desaparecida desde el 31 de mayo”. En ese instante recibí un mensaje de texto que decía: “La niña que desapareció está muerta, ven a las vías del tren ahora, te explicaré todo” No dudé en ir.
Cuando estaba allí, lo vi sentado junto al lago Geocontoko, que se encuentra en las vías. Él me dijo ven, siéntate que te explico, cuando lo miré bien, me di cuenta de que era el hombre que había visto en la ruta y en la plaza. Me agarró la mano y me movió hasta el lago. Yo estaba completamente perdida, pero luego puso sus manos en mi cintura, sentí un empujón, caí al lago, lo último que oí fue su risa, y lo último que vi fue a una chica muerta debajo del agua, no podía volver a la superficie, dejé caer mi débil cuerpo al fondo del lago, esa chica era, según muchos, la chica desaparecida.
La curiosidad no es buena, tengo experiencia.

AGUSTINA STANTERO