jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi Familia, la cómplice









Mis vacaciones de verano no fueron tan lindas como las otras pero tuvo mucha ficción. Un dos de febrero en Córdoba había una mujer perdida. Mi papá prendió el noticiero y pusieron una foto, era igualita a mi mamá. La mujer se llamaba Rosario Torres. Yo dije:
 _ Ese apellido es igual al tuyo, mami.
Esto era un misterio. De repente, en nuestro auto empezaron a aparecer huellas, mi hermanito de dos años tuvo tanto miedo que se fue debajo de la cama.
_Marcos,  ¿qué te pasa?_ Le dijo mi mamá.
Él le respondió que había visto huellas en el auto. Ella miró por la ventana para ver si era cierto, el auto estaba más limpio que la primera vez que lo habíamos lavado.
Llamamos a un detective para que averiguase todo esto. Él nos mandó un mensaje de texto diciendo que nuestra madre era la mujer desaparecida. ¿Pero cómo, cómo puede ser ella? Mi madre no se llama Rosario.
_Mariela Rosario Torres me llamo dijo mi mamá.
_ ¿Nos mentiste todo este tiempo?_ Dijo mi papá.
_Sí dijo Rosario pero era para el bien de ustedes.
Yo me fui corriendo lo más lejos que pude. De pronto se sintió un gran estruendo. La casa había explotado. La única sobreviviente era yo.
Esta vez me quedé sola para siempre.

 VIOLETA EMILIANI