domingo, 28 de noviembre de 2010

Maldita vendedora de ilusiones











Hace no mucho en una ciudad un joven de aproximadamente dieciocho años que estaba atravesando la plaza para llegar a la universidad.
Apareció una hermosa joven de la nada, Martín hipnotizado por sus hermosos ojos la invitó a tomar un café y ella aceptó con gusto.
Se vieron en el café de la vieja esquina. Ella parecía muy simpática charlaron horas y horas sin parar hasta que el café cerró.
Después de ahí dieron vuelta por el muelle de la ciudad, se sentía el amor en el aire….
Sus ilusiones hacia ella crecían, después de tres años de noviazgo le pidió casamiento. Su boda fue el 29 de noviembre y su luna de miel en costa Rica, inolvidable.
Dos meses después ella se manifestaba muy rara hablaba con escasas palabras, casi ni se despedían cuando Martín se iba al trabajo y nunca sonreía.
Martín empezó a preocuparse pero pensó que tal vez era sólo una pelea de recién casados pero su preocupación aumentaba al notar que su esposa no estaba nunca en casa Así que decidió seguirla en la mañana siguiente.
Todo empezó bien, ella fue hacia la panadería compró unas facturas que se las comió en el camino y fue a la peluquería del barrio, sin embargo él no pudo resistir sentirse devastado  cuando al rato vio a su “esposa” en la plaza en el mismo lugar que la conoció, besándose con otro hombre.
Estaba muy dolido, su mujer le era infiel. No sabía qué hacer. Cada vez que pensaba en eso sentía una gran desilusión y dolor, tenía tantas preguntas y respuestas que descubrir, no podía entender como la mujer que compartió tantos momentos lo engañara. Por esa razón no dijo nada.
Cuando volvió del trabajo sólo encontró una carta, su esposa se lo había llevado todo: los muebles, los electrodomésticos, y el infinito amor de Martín, y al abrir la carta se encontró con una fría declaración de divorció sin siquiera una despedida.
Esa maldita vendedora de ilusiones lo enamoró y lo dejó como si fuera un inocente juguete llevándose sus cosas, su sueldo y finalmente sus sueños, sus fantasías, su felicidad.

 LUCÍA CORNAGLIA