Había una vez, una joven llamada Renata, vivía muy feliz en su gran mansión.
Un día se enamoró de un joven llamado Renato, que llegó de visita sorpresa a su casa porque era sobrino de su sirviente.
Renato se hacía el enamorado pero sólo le importaba la plata. Sabía que si se casaba con ella, la mataría y luego, todo el dinero sería para él.
Renato logró todo eso, la enamoró y se casaron. Se sacaron muchas fotos. Pasaron una hermosa tarde en el campo.
A los pocos días la mató y dijo que había sido un asalto.
_ ¿Y el cuerpo?_le preguntó la policía.
_No sé, cuando me desperté, no estaba más y la empecé a buscar, pero no la encontré_ le mintió Renato.
Al cuerpo le había sacado toda la carne y lo había tirado al aljibe.
El esqueleto lo había llevado a un campo y allí lo había enterrado.
El perro del lugar ladró tanto que Renato se asustó, tomó la llave de su auto y se fue.
Para estar tranquilo consultó y miró un mapa a dónde podía ir de viaje, ya que tenía millones y millones de dólares
Durante el tiempo que Renato estuvo de viaje, los policías encontraron los huesos de la víctima y sospechaban de su marido.
Cuando éste bajó del avión, se llevó una gran sorpresa, lo arrestaron; quedaría prisionero por doce años.
De esa manera Lucía y Fernando, que eran los padres de la joven, tuvieron que venir de Inglaterra para quedarse a vivir en la mansión de su hija.
Renato no volvió a hacer una cosa así en su vida. La ley no se lo permitió.
MALENA OLIVERA