domingo, 28 de noviembre de 2010

Ser profesional










Entré a la habitación 323, allí estaba mi jefe. Me observó y me dio mi tarea, dijo que lo entregase, como para probar que mi trabajo se había hecho eficazmente…. ¡Le traeré su cabeza!, exclamé y partí.
Allí estaba él, con el miedo en su mirada, como si supiera que la muerte estaba tocando la puerta, me acerqué lentamente, con cautela.
Mi sombrero sentía la brisa fría de una noche de invierno, mi sobretodo se movía al compás del viento y mi pistola estaba fría, muy fría, preparado para trabajar.
Al acercarme voy armado con el instrumento que le daría fin. Coloco el silenciador y lo miro a los ojos. “¡Tengo esposa e hijos!” _Exclama en un momento desesperado para salvarse el pellejo.  Pero soy un profesional, los sentimientos al tomar este trabajo se pierden completamente.
Cinco son las balas que penetran su cuerpo, pero mi trabajo no terminaba allí, saqué la sierra de mi bolso y comencé. Le saqué su camisa y la dejé en un árbol: el trabajo siempre tiene que ser prolijo, como un profesional.
Entonces sucede, un  hombre de unos cuarenta años ve la camisa manchada de sangre en el árbol, toda la puerta de la habitación 323, lo mira fijo y dice: ._ ¡Aquí está! Tiró la bolsa sobre la mesa. Para su sorpresa al abrirla se encuentra con dos cabezas.- ¿Qué es esto?, dice…. Soy un profesional, mi trabajo tiene que ser prolijo y con cautela, le respondo. Y de repente  dice algo que me desmorona completamente. Antes te encargabas del trabajo sucio de otros, pero ahora lo haces para tu propia satisfacción.
Cerré los ojos, agaché la cabeza, apreté el gatillo y me fui.

GUIDO STRINGHETTI