domingo, 28 de noviembre de 2010

Sin salida









Mi cuarto no era mi cuarto, corrí al baño…Mi baño no era mi baño. Me miré en el espejo. Yo no era yo. La noche había dado paso a aquella terrible tragedia. No me reconocía, no lograba descifrar qué había pasado, me sentía desconcertada, en otro mundo, mi cabeza explotaba, mis ojos aterrados no paraban de derramar lágrimas. Lágrimas de dolor, de angustia. No entendía qué había pasado la noche anterior, dónde me encontraba, con quiénes habían tenido contacto en aquel bar. El único recuerdo que mi cabeza pudo rescatar de ese espantoso momento fue aquel en el que un cuerpo extraño me regresó al departamento, a los golpes, sin sentir ni un poco de piedad por esta mujer desesperada.
Hubiese preferido no recordar nada, hacer como si nunca hubiera pasado, como si esa noche y mi sufrimiento nunca hubiesen existido.
Desde esa noche no logro dormir tranquila, cada minuto que transcurre en mi reloj es un recuerdo más que me atormenta y no me deja continuar con mi vida.
Desde esa noche mi sufrimiento aumenta y mis ganas de vivir lentamente van muriendo.
Desde esa noche la agonía se va adueñando de mi cuerpo y una vez más siento la necesidad de escapar, hacia un nuevo comienzo.

 ANDREA STANTERO