domingo, 28 de noviembre de 2010

Desgracia con suerte










Si mal no recuerdo fue el día de mi cumpleaños, ese día me habían regalado mi primera computadora. ¡Qué feliz estaba!
Recuerdo que a la semana, mi amiga Gisela había venido a enseñarme a usar Internet. El mensaje, el facebook, cómo descargar música y todas esas cosas que hacen los adolescentes en su tiempo libre.
Mi mamá mucho no me dejaba poner mis datos en Internet porque decía que me podían secuestrar y que sé yo cuántas otras estupideces.
Pero ese día no le di importancia y para mi cuenta de facebook puse mi nombre y apellido: Florencia Sosa.
También recuerdo que Gisela me hacía buscar personas del mismo apellido que el mío. Había Sosas de todos lados. Vaya uno a saber quiénes eran y si eran parientes míos o no.
Un día de tanto buscar, encontré a un tal Jeremías Sosa igualito al nombre de un primo mío que no veía hace unos años, debido a una pelea familiar entre nuestros padres. Me acuerdo que nos encantaba jugar de chicos. De tanto chatear, me di cuenta de que era él. Inmediatamente se lo conté a mi mamá y ella me dijo que no le hiciera caso.
Sin obedecerle, le propuse un encuentro en la fuente de la plaza.
¡La hora del encuentro había llegado! Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué entupida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes y ese tal Jeremías no era más que un violador que quiso abusar de mi  inocencia.
Hasta el día de hoy le doy gracias a Dios que en la plaza estaban mis amigos que me socorrieron y ese mal viviente terminó en la cárcel. También desde ese día comencé a no poner más mis datos en Internet, como me lo decía siempre mi mamá.

ESTEBAN NOVO