domingo, 28 de noviembre de 2010

La Mandrágora - Mención de Honor













Cuando me mudé a este pequeño pueblo el sur de Inglaterra me encontré con una vecina de presencia perturbadora que se llamaba Lily y era especie de gitana o médium.
En su patio cultivaba mandrágora, cicuta, belladona e infinidad de otras plantas extremadamente tóxicas que utilizaba para elaborar medicinas artesanales o llevar a cabo extraños ritos arcaicos.
Muchas noches me resultaba difícil dormir, pues de la casa de al lado  provenían gritos  espantosos producidos en sus “trances”. Durante meses aguanté, pero ya no lo soportaba más, tenía que poner fin a todo esto.
Un día tuve una pelea muy fuerte con ella y concluyó echándome una maldición. Esa noche, me sorprendió lo bien que pude dormir, sin ninguna molestia o interrupción.
A la mañana siguiente tocaron  a la puerta, era la policía.
Me dijeron que habían encontrado a Lily muerta en su casa, en una habitación llena de velas y con un frasco vacío en la mano, me pidieron declaración y les expliqué sus extraños hábitos.
Semanas después me enteré de que los oficiales habían acordado dejarlo como una muerte accidental, una sobredosis.
Pero yo sabía la verdad, Lily no murió por accidente, alguien la había asesinado, y ese alguien era yo... Yo había intercambiado el contenido entre ambos frascos, el que tenía el brebaje habitual y el del destilado que en gran dosis resultaba mortal.
Ahora comprendo que sin la menor intención se había vuelto realidad la maldición de la gitana, me había convertido en un monstruo.

MARIANO BONIFACIO